terça-feira, 10 de setembro de 2013

Não sei se este é o mais belo poema de Bor­ges "Limites".... El otro, el mismo.

Houve um tempo em que amei as ideias e, acima de todas, a Ideia. Olhava de viés para quem não tinha ideias, e muita gente não as tinha. A vida, porém, é feita de deceções e de cansaços  Cansei-me das ideias e a Ideia dececionou-me. Não consigo perceber quem se bate por ideias e ainda menos quem mata ou morre pela Ideia. Na verdade, não consigo perceber-me a mim mesmo quando amava as ideias e esperava da Ideia a revelação definitiva.  Era uma idealista, agora nem sei o que sou. Uma cega, talvez. Resta-me aprender a andar no escuro. 

Não sei se este é o mais belo poema de Bor­ges....cada verso, todos os poe­mas dele, fuego, alba, una ama­rilla luna.
                                                                                   Lími­tes
De estas cal­les que ahon­dan el poni­ente,
una habrá (no sé cuál) que he recor­rido
ya por última vez, indi­fe­rente
y sin adi­vi­narlo, sometido
a Quién pre­fija omni­po­ten­tes nor­mas
y una secreta y rígida medida
a las som­bras, los sueños y las for­mas
que des­te­jen y tejen esta vida.
Si para todo hay tér­mino y hay tasa
y última vez y nunca más y olvido
¿quién nos dirá de quién, en esta casa,
sin saberlo, nos hemos despedido?
Tras el cris­tal ya gris la noche cesa
y del alto de libros que una trunca
som­bra dilata por la vaga mesa,
alguno habrá que no lee­re­mos nunca.
Hay en el Sur más de un por­tón gas­tado
con sus jar­ro­nes de mam­pos­te­ría
y tunas, que a mi paso está vedado
como si fuera una litografía.
Para siem­pre cer­raste alguna puerta
y hay un espejo que te aguarda en vano;
la encru­ci­jada te parece abi­erta
y la vigila, cua­dri­fronte, Jano.
Hay, entre todas tus memo­rias, una
que se ha per­dido irre­pa­ra­ble­mente;
no te verán bajar a aquella fuente
ni el blanco sol ni la ama­rilla luna.
No vol­verá tu voz a lo que el persa
dijo en su len­gua de aves y de rosas,
cuando al ocaso, ante la luz dis­persa,
qui­e­ras decir inol­vi­da­bles cosas.
¿Y el ince­sante Ródano y el lago,
todo ese ayer sobre el cual hoy me inclino?
Tan per­dido estará como Car­tago
que con fuego y con sal borró el latino.
Creo en el alba oír un ata­re­ado
rumor de mul­ti­tu­des que se ale­jan;
son lo que me ha que­rido y olvi­dado;
espa­cio y tiempo y Bor­ges ya me dejan.
Jorge Luis Bor­ges  (1964) El otro, el mismo